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martes, 16 de septiembre de 2014

Acueducto de Querétaro

El acueducto de Querétaro, es una monumental edificación actualmente de 74 arcos que alcanzan una altura promedio de 28.5 m y una longitud de 1298 m. Este acueducto es símbolo de la Ciudad de Querétaro y uno de los más grandes de México

Su construcción fue la obra urbana más importante del siglo XVIII y se debió a la aportación económica de Don Juan Antonio de Urrutia y Arana, Marqués de la Villa del Villar del Águila, quien ingenió la manera de canalizar el agua a la ciudad de Santiago de Querétaro, pues en aquel tiempo el abastecimiento del vital líquido era uno de los problemas más graves. La leyenda cuenta que el Marqués lo ofreció como prueba de amor a una monja capuchina conocida como Sor Marcela. Los 74 arcos de cantera rosa miden 1,280 m de longitud y en su punto más alto alcanzan los 23 m.

Leyenda del acueducto

Se contó que hace mucho tiempo, el Río Querétaro,  estaba muy contaminado, pero por desgracia la gente del lugar tenía que usar sus aguas, y por tal razón la gente enfermada, y llegaban hasta morir.

Pero llego un día en que llegaron a la ciudad unas monjas capuchinas, para ayudar a cuidar a los enfermos del lugar.
Una de esas monjas era prima de la esposa del marqués de la Villa del Villar del Aguilar, el era un gran benefactor de la ciudad, que al ver a la prima de su esposa quedo prendado de ella, y estaba al pendiente de lo que ella necesitaba para estar pronto a ayudarla.

Un día el marqués, le confesó su amor a la monja y le dijo.

–Soy capaz de hacer cualquier cosa por ti, pide lo que quieras, cualquier cosa, para que veas que  tan grande es mi amor por ti. –

La monja que se cuenta que se llamaba Marcela, aprovechando ese gran amor que le profesaba el Márquez, le dijo.

–Ojala señor marqués pudiera usted hacer algo para que los habitantes tengan agua más limpia y no  esté tan contaminada para que así haya menos enfermos.

El marqués se reunió con varios amigos, y pensaron en hace un acueducto que empezara de la cañada y esa agua más limpia llevarla a las fuentes distribuidas por toda la ciudad, esa gran obra de construcción duro once años.

Cuando quedo terminado el acueducto, el marqués  fue a buscar a la bella monja y le dijo.

Sor Marcela, lo que usted me pidió para beneficio de la ciudad ya está concluido, ya los habitantes cuentan con agua más pura, pero ahora sor Marcela, le pido me diga, como va a corresponder  a mi amor.

Sor Marcela, se le quedo mirando y esbozando una tierna sonrisa, en su bello rostro, le dijo al marqués.

–Gracias señor marqués, eso que hizo usted aparte de demostrar su gran aprecio que tiene a mi persona, demostró que tiene un gran corazón.  Así que señor marqués, prometo a usted que rezare todas las noches un padre nuestro y una Ave María, por la gran obra que usted hizo por amor.


Esta es una leyenda tierna,  ¿no creen?


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